26 de setembre 2006

Ardericó, el país del ciervo


Muy buena fue la primera experiencia que tuvimos con nuestros nuevos vecinos los ciervos. Nada más llegar al refugio con nuestros invitados tuvimos la suerte de que se pasearan por los prados cercanos a la casa y fueran visibles incluso desde el balcón.
Bajamos a lo prados y pudimos disfrutar de su belleza durante unos instantes, que por la emoción y los nervios a ser descubiertos se convirtieron en una corta eternidad.
El sábado, Audal un lugareño, rastreador y amante de la naturaleza de la Pobla de Lillet nos explicó todo lo que hay que saber sobre estos animales en la sobremesa de una opípara parrillada, les reclamó, le contestaron y es que la Berrea es un espectáculo único que hoy en día desgraciadamente es difícil de disfrutar.
El domingo llovió bastante y aunque pudimos seguirles el rastro, no se dejaron ver con facilidad, nos mostraron solo su perfil fugaz en la cresta de la montaña, eso si pudimos contar como mínimo una veintena de ejemplares.
No fue hasta el lunes que internandonos en lo más profundo del bosque hacia las 7 de la mañana cuando la suerte quiso que pudiéramos observarlos un par de veces, una de ellas a unos escasos cien metros.
Aunque a veces es muy difícil verlos, durante esta semana la Berrea está adquiriendo tal intensidad que se les puede oír durante todo el día, concentrandose los berridos con mayor intensidad durante la noche y en la madrugada acompañados de algún que otro búho que también se añade a la fiesta.
De vuelta al refugio nos encontramos con algún que otro champiñón silvestre los cuales convertimos en suculenta crema de champiñón para la comida y tortilla para la cena. Tal hallazgo nos recuerda que está empezando la temporada de las setas, pero eso es otra historia o mejor otro Post.