10 d’octubre 2006

CUANDO EL BOSQUE TE SUSURRA



Las personas vivimos con la prisa en el cuerpo, es un hecho tan común que pocas veces nos paramos a pensar si se trata de nuestra propia velocidad o si nos hemos dejado llevar por una extraña inercia que nos empuja inexorablemente a correr incluso sin motivo y me temo que se ha convertido en la manera de vivir de todos.
Las prisas, la ansiedad no nos dejan disfrutar las cosas en toda su totalidad y casi siempre pasamos por alto los pequeños detalles que son realmente importantes.
He observado en algunas personas que vienen a la montaña traen consigo ese estrés urbano: los quads que llevan prisa por ir a ningún lado, las motos saltarinas, los 4x4 que intentan domesticar el camino a ninguna parte, los gritos de la gente, la música alta, querer llegar siempre antes y tengo la sensación de que si entendieran que el bosque es un ser vivo con su equilibrio y su sensibilidad, nuestra actitud ante la naturaleza sería cuanto menos más respetuosa.
Cuando uno se adentra solo en el bosque, tiene conciencia de lo pequeño que es. Adentrarse en silencio, buscar un lugar, sentarse hasta sentirse parte el entorno y estarse callado hasta que el bosque decida hablarte. Abres las orejas y escuchas. Aquello que parecía silencio poco a poco se transforma en una sinfonía de vida, cierras los ojos y te dejas tocar por la humedad, la brisa o algún rayo de sol que se cuela entre las hojas.... y escuchas.
Es una vivencia que recomiendo hasta los más experimentados montañeros y una manera de que el bosque te susurre a la oreja los secretos olvidados de la vida.
Expongo aquí una galería de imágenes de cuando el bosque te susurra >>>